Cristina Portocarrero
Bio
Nació en un lugar modesto y popular de Lima. El inicio de su carrera pública en 1967, mostró una rica inspiración de los diseños ancestrales peruanos típicos de los vestidos bordados que en la actualidad implementan y lucen mujeres y varones de las zonas andinas, especialmente en sus bailes y celebraciones religiosas en pasacalles. Posteriormente, Portocarrero se adhirió a las tendencias modernas americano-europeas, recreando el Pop Art y otras influencias con sus propias interpretaciones. Sus producciones desde entonces, fueron consideradas vanguardistas por la crítica especializada. En base a sus búsquedas sucesivas y desarrollo de sus propuestas, también se le califica como artista visual conceptual posmodernista.
Sus obras se encuentran en colecciones como Museo de Arte de la Universidad Nacional San Marcos, UNMSM, Lima, Perú; Ministerio de Medio Ambiente de la Nación, Lima, Perú; Instituto Nacional de Cultura, Lima, Perú; Museo de Arte Moderno del Banco de Reserva de Lima, Perú; Museo de Arte Moderno, Quito, Ecuador; Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá, Colombi; y en numerosas colecciones privadas.
Ha realizado numerosas exhibiciones individuales en el Instituto de Arte Contemporáneo (IAC), Lima, 1968; Galería 9, Lima, 1976; Galería 2V’S, Lima, 1988 y 1989; La Galería, Lima, 1991; Galería “Luis Miró Quesada Garland”, Centro Cultural Municipalidad de Miraflores, Lima, 1995; Galería Núcleo de Azcuay, Cuenca, Ecuador, 1997.
Statement
Se graduó de la Escuela de Bellas Artes en 1970 y participó, fugazmente, de la escena vanguardista. Sus pinturas pop mostraban imágenes de paquetes de flores y semillas de plantas. Portocarrero fue una de las primeras participantes en grupos de derechos de las mujeres, cofundó en 1972 la Acción para la liberación de la Mujer Peruana (ALIMUPER), que –como el Movimiento Promoción de la Mujer y el Grupo de Trabajo Flora Tristán– fue una organización feminista pionera en Perú. Sin embargo, casi de inmediato decidió abandonar el medio artístico para centrarse únicamente en la organización de mítines políticos y movimientos sociales y en su trabajo en la educación para la planificación y la concientización feminista. Fue hasta 1988, cuando Portocarrero decidió renunciar al activismo político, que regresó al panorama artístico, mostrando su obra por primera vez en casi quince años. "Mi casa, mis hijos, mi compromiso con el movimiento feminista y mi investigación fueron la razón por la que dejé de pintar", explica.
(Extracto de López, Miguel A., "Making Sense of Violence: Women artist in Peru, 1960s-1980s", en Cecilia Fajardo-Hill y Andrea Giunta (eds.), Radical Women: Latin American Art, 1960-1985, Prestel- Museo del Martillo, 2017).
2.5 x 4m / 98.4 x 157 in